Saturday, August 10, 2013

La Hermandad del Magistrado



Seth, no era un dios, era un hombre educado y formal, justo y de caracter imponente. Muchos le temian y por tal le respetaban; otros le envidiaban y se referían a él de manera hipócrita. Era el más antiguo de todos los antiguos. Para unos, 2 mil, para otros 3 mil años de edad. Pero ¿a quién le importaba? Eso  había dejado de ser tema de discusión allá por el año 1200 d.C, al ver que nadie aparecía para autonombrarse como el más antiguo de todos los antiguos. Desde entonces, él era su gobernador por elección unánime; es decir, todos aquellos que decidieron vivir compaginando sus vidas con la humanidad para no perecer a manos de los Cazadores, los únicos humanos conocedores y justicieros ante los asesinatos de la especie humana.
Cuando alguien era descubierto asesinando a un inocente, se le llevaba a la corte de La Hermandad, la cual estaba encabezada por Seth y el heredero de los Cazadores.

Fue en el siglo xv cuando se formó El Magisterio de La Hermandad; algo así como la mesa redonda (como se les explica a las nuevas generaciones), que además de estar encabezada por Seth y el mortal Bartolomeu, estaba compuesta por Paulus, Claudius, Iulus, Marcelus, Laurentium y Paulinus, inmortalizados por el propio  Seth, (claro, por consentimiento de ellos mismos) quienes observarían los acontecimientos una vez que, su padre, Bartolomeu falleciera.

Durante el siglo xvi, xvii y xviii, el Magistrado se hizo pasar por una abadia y de 1830 hasta 1888 fungió como hospital y sanatorio para curar extrañas enfermedades, cuyo Director, el Dr. Paulus Loftsgaarden atendía con la bendición del Papa y la poca tecnología de la época.
Si bien, para Paulus y el resto de La Hermandad, la bendición del Papa no era algo predilecto, pero para la época un disfraz de cristianismo ayudó para no ser molestados.

La tarea era fácil, en ese lugar controlarían a los ya existentes y los que poco a poco se iban convirtiendo, harían sus leyes y  serían jueces, eligirían al nuevo Cazador y verificarín que todo se respetaran.

Para 1968, Seth y  Zachariah Loftsgaarden eran los que encabezaban La Hermanidad y; fue Max quien acudió ante ellos para acuzar a Emeric de haber asesinado a una joven inocente.
- Y ¿dónde está el asesino? Preguntó Zachariah con su acento tan moderno y voz cavernosa; apenas tenía 71 años de edad.
- Ha escapado Señor y no tuve tiempo de apresarlo.
- ¿Está usted seguro ante tales acusaciones señor Maxime Lielman - Increpó Iulus con frialdad y molestía. Su rostro no había reflejado algo, apenas se había visto abrir la boca.
- ¿Usted señor Maxime, vio a Emeric asesinar a la joven? - Preguntó Laurentium enfatizando en verbo "asesinar".
- ¡Nooo!- Respodió con franqueza- Pero lo vi agachado a un costado de ella, con la sangre esparciéndose en el concreto.
- ¡Suficiente! No podemos concluir su culpabilidad, debemos convocar a un juicio.
- Si es inocente ¿Por qué ha huido?  - Cuestionó Max ante la hermandad. Los jueces se miraron y cuestionaron más.

Bartolomeu planeó una busqueda; era de suma importancia capturarlo vivo, ya que, en dado caso de encontrarlo culpable, seria asesinado en la corte, tal y como era la costumbre. Decisión incluso adoptada hasta por el propio Iulus, nada más ni nada menos que el propio creador del acusado.

Seth poseia un propiedad en cuyo sótano guardaba los restos de todos los que habian sido asesinados de manera justa; conservaba, incluso, el cadaver de la que había sido una de sus esposas; y a pesar de ello, no se hacía a la idea que, tarde o temprano el cádaver de Emeric formaria parte de la colección de huesos.
Iulus se sentía avergonzado por las acusaciones, sentía pena por su dicípulo. No podía hacer algo para remediarlo hasta que él no apareciera y diera su propia versión. La misericordía no tenía cabida, ni si quiera podía pronunciar la palabra frente a Seth. Para Iulus, Seth era un ser misericordioso, pero también justo. Años atrás se había hecho justicía con la mujer que había convertido a Emeric sin su consentimiento. Ahora se trataba de hacer pagar al inocente.

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